Adrien
Canitrot

Escultor Francés
con Acento chileno

Las esculturas en piedra conjugan su condición de artista y artesano. Si bien hay una cuota importante de talento, la fórmula se completa con el entorno en que se desenvuelve

Al establecer una conversación con Adrien, cuesta reconocer su acento francés. Es famoso entre sus vecinos en Ñiquén, pues forma parte de una colectividad sustentable que convive amigablemente con su entorno, en una granja coeducativa. Hace apenas tres años volvió a la escultura en piedra, que ya desarrollaba en tierra gala, como también mientras vivió en España. Esta vez su materia prima son las rocas que selecciona, al principio en el río Perquilauquén y ahora en el río Ñuble.

Desarrolla su vida cotidiana en maravillosos parajes que destacan la cordillera, el sol radiante, bandadas de pájaros que atraviesan el cielo contrastante, y árboles frondosos que abrazan tanto a la comunidad residente como a quienes visitan el lugar. Su taller está lejos de todo, no es fácil llegar hasta él, pero ése es quizás el mayor atractivo para el nivel de compenetración que establece el artista durante su proceso creativo.

Al principio no fue fácil, ya que no tiene electricidad. Hoy ha subsanado esta dificultad gracias a una cámara trifásica que le permite operar un compresor con biodiesel. Es la energía con que funciona su esmeril, para el que ninguna roca parece imposible. Protege su rostro, sus manos y se involucra por completo en esta relación cómplice con su materia prima.

En un comienzo esculpía morteros de distintos tamaños y cuencos decorativos. Son instrumentos de enorme utilidad, pero difíciles de comercializar. Esto lo estimuló para trasladar rocas mayores con una retroexcavadora y dejar fluir su talento para también dar vida a obras de mayores dimensiones, netamente artísticas, que se gestan gracias a la inspiración que Adrien absorbe del mismo paisaje.

“Estamos en una etapa en que el trabajo artesanal es mucho más valorado que antes. Cuando llegué a Chile me impactó que todo esto era sinónimo de pobreza, o que está mal hecho o apurado. La gente prefería ir a comprarse algo de plástico al supermercado. Me impresionó porque en Francia sí se valora la artesanía y hay maestros artesanos. Ahora acá quizás con el Ministerio de las Culturas ha mejorado eso”, reconoce.

En 2018, Adrien Canitrot recibió el Sello de Excelencia a nivel nacional, lo que le enorgullece en este oficio que conoció a través de su padre.

Traslada sus piezas a una galería de exposiciones en Vitacura, que valora sus creaciones y propicia que lleguen a público internacional. Su trabajo ha participado en eventos del Museo de Arte Americano, la London Craft Week, y comparte su talento a través de sus redes sociales.

Pero su conexión con Ñiquén es más fuerte. Más allá de la visibilidad cosmopolita, prefiere quedarse en este espacio rural. “A largo plazo me gustaría tener mi propio showroom para también tener piezas aquí, porque en general la gente quiere ver el taller, quiere conocer. Al principio llevaba todo a Santiago, pero ahora me quedo con algunas, para mostrar a la gente que me visita”, cuenta. 

Proyectos Financiado
por el Ministerio de Cultura,
las Artes y el Patrimonio.
Convocatoria FONDART Regional,
línea Difusión 2021.